Ayer, viernes por la tarde, en un emotivo encuentro cargado de nostalgia y recuerdos, las empleadas pasivas de la Tienda Ceci se reunieron para rendir homenaje a la familia Ceci y a las últimas seis trabajadoras que aún mantienen viva la esencia del local. Tras 82 años de servicio ininterrumpido en la ciudad, la histórica tienda cerrará sus puertas al final de este mes, marcando el fin de una era.
Un homenaje desde el corazón
El evento fue organizado por las nueve empleadas jubiladas, quienes quisieron replicar un gesto que ellas mismas vivieron cuando les llegó el momento de retirarse: cada trabajadora activa recibió una medalla conmemorativa y una tarjeta personalizada, como símbolo de agradecimiento por sus años de dedicación.
La ceremonia estuvo marcada por momentos muy emotivos, con palabras y recuerdos que transportaron a todos los presentes a los momentos más memorables de la tienda. Las trabajadoras regalaron, además, un pergamino a los hermanos Jorge, Ana, Luis y Ramona Ceci, dueños de la tienda, como una muestra de gratitud por haber sido parte de tantas vidas y familias.
Recuerdos y nostalgia
Uno de los momentos más conmovedores fue cuando se recordaron a aquellas compañeras que ya no están, pero cuyo legado sigue vivo en las historias y recuerdos de quienes compartieron jornadas de trabajo con ellas. Entre las fotos que se compartieron en el evento, se pudieron ver imágenes de antiguos equipos de trabajadoras, muchas de las cuales ya partieron, pero siguen presentes en la memoria colectiva de la tienda.
María Belén Ceci y Carlitos también estuvieron presentes en la despedida, acompañando a sus padres y hermanos en este difícil adiós a un espacio que ha sido parte integral de sus vidas y la de la comunidad.
Un legado de 82 años
La Tienda Ceci ha sido más que un simple comercio para la ciudad. Durante 82 años, sus puertas estuvieron abiertas para recibir a varias generaciones de clientes, muchos de los cuales crecieron viendo las vidrieras adornadas en cada temporada festiva. Para muchos, la tienda no solo representaba un lugar para realizar compras, sino un punto de encuentro donde las historias de vida se cruzaban.
Para las 15 últimas empleadas —seis activas y nueve pasivas— y para la familia Ceci, este cierre marca el final de una etapa, pero también deja un legado imborrable en la ciudad. Las risas, las anécdotas y las relaciones que se forjaron dentro de esas paredes serán recordadas por siempre.
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