Cuando vamos más allá de nuestra profesión, nos enorgullece poder compartir un poco de todo lo realizado por Susana Ballaris, hoy, viviendo en Rosario, donde sigue dejando huellas de amor a través de sus escritos.
En mi país pequeño, llamado Gálvez, departamento San Jerónimo, provincia de Santa fe, soy docente y luego, a poquísimos días de jubilarme comencé a escribir cuentos tratando de divulgar la ternura que existe en cada niño. Así, nacieron a la vida, protagonistas que vivían en un mismo barrio y asistían a una misma escuela. Aparecieron las siestas verdes, los árboles que dan membrillos y el color amarillo. Fueron símbolos de todos los cuentos. Luego, abrí un taller para niños, zambulléndome de pleno en la Literatura Infantil, disfrutando una revista llamada La Mancha, que llegaba tímidamente a la ciudad con muy pocos lectores.
A través de ella, me deleitaba conocer la vida de los autores que luego, iban dejando en cada cuento, su parte de infancia. Solía asistir, a seminarios sobre Literatura Infantil, en la ciudad de Rosario, como oyente, con un gran deseo de saber. Con el fin que ellos, los chicos, pudieran disfrutar, masticar cada texto, palparlos y conocer esos secretos que estaban en la raíz de las vidas de los escritores.
Cómo no serían vívidos y ricos los cuentos de Gustavo Roldán, si él había convivido con el monte y todos los animalitos, en su Chaco natal. Cada uno me dio algo de su característica. Ema Wolf, Canela, Laura Devetach, María Teresa Andruetto, Gustavo Roldán a quienes conocí personalmente, buscándolos, rastreándolos. Y las santafesinas María del Carmen Villaverde de Nessier, Alicia Barberis, María Guadalupe Allassia, Olga Bressano, Cristina Martín, Nidia Orbea de Fontanini , Marcela Sabio y Silvia Florentino. Y así también, los que deleitaron a mis alumnos, conocidos por la prensa escrita o redes sociales como: José Pedroni, María Alicia Esaín, Perla Suez, Graciela Montes, Cecilia Pisos, Teresita Lardizábal, María Elena Walsh, Beatríz Ferro, Iris Rivera, Graciela Cabal, Silvia Schujer, Elsa Bornemann, Iris Rivera, Ricardo Mariño y Fernando Rubio, Fernando Alonso , Marisa Nuñez ( éstos tres últimos españoles).
En forma simúltanea, compré un grabador de periodista y me lancé a las calles de Gálvez, por los cuatro puntos cardinales y así, entrevisté a “Los jóvenes de ayer” . Los llevé a un programa de radio y con otra docente soñadora, de nombre Marta y apellido Giúdice, pusimos en marcha por la televisión local, nada más ni nada menos, un rinconcito para los niños. Me gustó ser periodista, fotógrafa, escritora y narradora. Puedo decir que a través de esos sueños, siempre estuvo en la profundidad, lo que quería ser desde niña: maestra.
• Casimiro, era Roberto Primón, el primer entrevistado, a quien le agregué bigotes y anteojos. Nieto de Don Roque. Su segundo hogar: el club El Tropezón, donde hicimos las entrevistas. Siempre recordó a su amigo Nando Ibañez , de cómo llegaba a su casa, justito a la hora de las comidas., porque allí, se comían milanesas. ¿Por qué? ¡Porque el papá de Nando era rico!. ¡Nada menos que ferroviario!
• ¿Marcelo? Marcelo Szretter, primer presidente del club El tropezón y dueño de una botonera. Su familia se dedicaba a la fábrica de botones.
• Abuela Carlota, era Helene Marie Severini Franziska Von Petzoldt- María Elena Petzoldt de Ciconi- Directora del Conservatorio Musical “ Ciconi”-
• Doña Matilde, abuela de Juanito. Anunciada Maggioni de Acuña. Lavó y planchó ropa de muchos galvenses.
• Don Félix, amigo y vecino de Lorenzo. Félix Falletti, arriero y tropero.
• Doña Rita, era Rita Gónzalez de Quinteros. Cocinera de ricas empanadas y tortas fritas.
• Bisabuelos de Pedro. Nelly Pinés de Panzerini y Antonio Panzerini. Agencia La Capital.
• Edy Capdevielle. Tenista
• Don Jaime, es nada más ni nada menos para mí, la figura a quien siempre admiré: Juan L Ortíz, un gran poeta entrerriano, de quien supe una vez que se sentaba en la vereda y calzaba alpargatas. A veces no sé si lo he leído o fue mi imaginación. Ocurre que de tanto vivenciarlos, los protagonistas, pasan a ser reales en nuestras vidas..
• ¿Don Roque?. ¿Guardan el secreto? nunca vendió almohadas y menos cuenteras. Pero, sí, era el abuelo de Casimiro y sí, era napolitano con todas sus costumbres No fue posible incluir todas las otras voces, no menos importantes, que las que se hilvanaron en los cuentos.
Agradecientos: A Joaquín, Juan Facundo, Lorenzo
¡Mis tres hombrecitos!
¡ Mis nietos!
Irene P.de Marchetti
Nelly B de Tejeda
María Esther Fritschi
Primeras docentes
que prendieron mis cuentos
en sus aulas
Y “a los profesores del Liceo Municipal de Gálvez“
“Eternamente agradecida”
Susana Ballaris
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