No compartimos la decisión del gobierno nacional de suspender la exportación de carnes por 30 días, para aplacar los precios internos. Sabemos que los cortes de carne de exportación no son los mismos que los cortes que consume el mercado interno.
La lógica del gobierno no es aplicar un instrumento objetivo que regule mejor la oferta, sino que se recurre al clásico “apriete” con garrotazos indiscriminados.
La ganadería es una actividad donde los precios, la producción y la capacidad productiva interactúan de una forma particular. Desestabilizar los precios de la carne, ya sea a la baja o al alza, no solo genera efectos negativos sobre el stock ganadero sino en la capacidad productiva futura del sector y, por ende, en la propia oferta futura del mismo.
En otras palabras, lo que se hace en el presente para bajar un precio a garrotazos puede terminar reduciendo la oferta de carne en el futuro, agravando los precios internos.
Hoy el país atraviesa una coyuntura con recesión en la actividad económica y problema de escasez de divisas. Implementar una medida que afecte a uno de los pocos sectores que empujaban la actividad económica y aportan divisas va en sentido de agravar la coyuntura.
En la década pasada se aplicaron medidas de similar sentido que generaron una caída severa en el stock del sector y que llevó años empezar a recuperar.
Alcanza con ver otros países que también tienen actividad ganadera en la región y comparar lo que hicieron ellos y nosotros. Por un lado, nosotros tuvimos políticas erráticas y cortoplacistas.
Por otro lado, Uruguay, Paraguay y Brasil han sostenido políticas ganaderas de largo plazo. Mientras Argentina vio reducir su stock ganadero, los vecinos lo incrementaron y aumentaron exponencialmente sus exportaciones ganando mercados externos que Argentina cedía producto de sus políticas erradas.
Comentarios sobre esta publicación